Esto que viene hoy es una reflexión mía, y si alguien ya ha escrito una tesis sobre ello, os ruego que no me lo digáis. En serio. Me da rabia la gente que se empeña en buscar en su puto iPhone los datos precisos de alguna cuestión sobre la que podríamos estar especulando tan ricamente.
La cosa es: si algún día reinventamos la revista juvenil al estilo
Mortadelo, deberíamos considerar seriamente si el tebeo no es cosa de niñas, más que de niños. O, por lo menos, cosa de ambos.
Se me ocurren dos argumentos para apoyar esto que digo. El primero: en 1990, Ediciones B saca un suplemento sabatino con su diario
El Periódico llamado
El Tebeo. Hay quien lo llama
Nuevo El Tebeo, porque sucedía a otro suplemento anterior, en formato de diario, al estilo de
El pequeño País). Recuerden lo que digo, que es importante: esto era un suplemento de prensa. Llegaba a tu casa sin pedirlo siempre que tus padres fueran de esa tribu incomprensible de personas que han de estar informadas.
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Estas portadas se las he pillado a Tebeosfera, por cierto.
Gracias, guapos. Por cierto, si pueden actualizar la ficha
de Cantero, Edgar... Ese muchacho ha hecho cosas. |
Mi padre pertenece a esa tribu, así que yo tuve todos los números. (Lamento decir, por cierto, que no los encuentro.) Después de su primer año de vida, hacia el número 60,
El Tebeo hizo una encuesta; luego, en función de esta, los contenidos cambiaron notablemente; las Tortugas Ninja fueron reemplazadas por series "tiernas" como
Cédric, de
Cauvin y Laudec,
y apareció alguna claramente de chicas, como Cecilia, Julia y Clara (
Julie, Claire et Cecile, de los belgas
Sidney & Bom).
No me di cuenta entonces, pero lo que entiendo ahora es que con esa encuesta descubrieron que la mayoría de los que daban una oportunidad a la revistucha eran niñas. Minipunto para las chicas.
Segundo minipunto: la revista
Zipi y Zape.
Como los autores de relleno eran eso, relleno, y yo, en mi miopía infantil, me fijaba en los personajes titulares, siempre preferí
Mortadelo a
Zipi y Zape. Lo cual quiere decir que la gente precavida me compraba Zipizapes para asegurarse de que no le dijera "lo tengo repe". Así que tengo unos cuantos. Cuatro o cinco.
Zipi y Zape tenían revistas propias (normal y súper, como la gasolina de entonces) desde 1972, con Bruguera. B las resucitó a partir 1987. Pero pasa un poco
lo mismo que con
Mortadelo: si por la época en que B tomó el control de las revistas la serie de
Ibáñez estaba ya de capa caída —y no sólo por culpa del equipo suplente—, Zipi y Zape, en la misma época, estaban acabados. Pero mucho. No sé si
Escobar tenía negros a los que culpar, pero vaya, salta a la vista que lo que lleva su firma por esta época es bastaaaante inmundo. Con respeto y todo eso. Por eso he puesto el "bastante".
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Desenlace: al final, Zipi y Zape dan la papilla y el biberón
a un enano sordomudo que la señora esa de los überpecs tenía
realquilado en casa. Cara de circunstancias, todo es un equívoco. |
Nuevamente, que la serie titular de la revista ya huela es positivo para los autores de relleno, que lucen más. Lo curioso es que esos autores, esencialmente los mismos que rellenaban el
Mortadelo en la misma época, con la notable excepción de
Cera y
Ramis, hacían para
Zipi y Zape series que, si no están orientadas al público femenino, parecen tenerlo muy en cuenta.
Empiezo por las pruebas obvias, como que se recupere (mejor dicho, que se retome; entiendo que las páginas eran nuevas) la serie
Montse, la amiga de los animales, que
Enrich había creado para la revista
Gina en 1978. (También fue una serie de relleno en la revista de
Esther.)
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La revista Gina. Decid lo que queráis, pero apuesto a
que, comparada con Mujer hoy, era un panfleto feminista. |
O que
Gosset, que para
Mortadelo hacía
Hug, el troglodita, se sacara de la manga la versión femenina,
Roquita, para
Zipi y Zape.
O que el esmerado
Rovira, autor de
Segis y Olivio, crease para
Zipi y Zape dos series:
Cinco amiguetes (en 1978, aún con Bruguera) y
Piluca, otra vez con prota femenina. (Sí, aquí abajo parece un chico, pero es porque Rovira le iba cambiando el peinado. Eso, y los escenarios tomados del natural, como parece ser el de la primera viñeta, son síntoma de tebeo hecho con amor.)
Otro más: ya en B,
Maikel,
mi Maikel de
El Jueves, estaba haciendo
Los Especialistas, S.L. para
Mortadelo: investigadores, monstruos y más cosas estupendas. Para
Zipi y Zape, sin embargo, creó otra heroína.
Uno más sutil:
Rojas, aka Folgado de Rojas, famoso por
Don Percebe y Basilio, cobradores a domicilio, creó
Aníbal para
Zipi y Zape en los primeros 80; continuaba aún en el 87. No tengo bastantes entregas para saber si la niña (llamada Gemma, creo) tenía mucho peso en las tramas; pero que salga en la cabecera ya dice mucho. A mí, de pequeño, me decía que no lo leyera.
La línea de la revista, en resumen, era más
girl-friendly. No hay apenas
slapstick violento como el de Mortadelo, ni humor gamberro como el de Cera o Ramis (salvo algo reimpreso de
Vázquez). Hay muchas series de animalitos, y secciones de trabajos manuales. Llenan el cupo de aventuras y superhéroes series tan
naïf como
Robín Robot, de
Sanchís. Detalles como las ilustraciones de
Ricardo (no, el de
El Mundo no; otro que no he identificado) dan un acabado bastante cursi. La verdad es que, hojeando
Zipi y Zape, llego a convencerme de que ésta era la revista de chicas. ¿Hace falta que diga que desprecio estas etiquetas sexistas y bla bla bla? Bueno, si alguien pensaba enviarme un mail con diez enlaces a webs de estudios de género, que sepa que sí, estoy a favor de que las niñas jueguen a fútbol, pero no hemos venido a hablar de mí.
No tengo bastantes números de la época Bruguera para saber si la revista ya estaba encasillada entonces. Mi intuición es que sí, pero menos. En cualquier caso, saco de todo esto un par de conclusiones: quienes dirigieran toda esta hidra de revistas de múltiples cabeceras, tenían en cuenta al público femenino, porque
las niñas leían tebeos. Y el caso de
El Tebeo, antes citado, demuestra algo más:
las niñas leen. A secas.
Eso me consuela. He dicho más de una vez que todo lo que yo he hecho en la vida, al final, era para impresionar a una mujer. Suerte que al menos me dirijo al sexo que está dispuesto a escuchar.