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lunes, 31 de marzo de 2025

Bellido - Punki Chungui

La magia de los tebeos viejos es que están llenos de misterios. En sus páginas encuentras nombres célebres, muchos olvidados, algunos reivindicados (casi cualquier rellenador de Bruguera, por modesto que sea, hoy tiene su elegía en algún libro de Antoni Guiral), y otros para los que, tanto en tu colección como en Internet, hay poquísimo contexto. 

Por ejemplo: esta es la única página que poseo de este personaje y de este autor. 

El scan es mío, de hace años, pero desgraciadamente no recuerdo la revista. Tampoco serviría de mucho: por lo general, los autores relleno de la época de B reciben menos atención arqueológica que los de Bruguera. La firma críptica (¿"W.H."?) no me ayudó en su día a encontrar información sobre el autor. Al cual, además, no parecía prioritario dedicar un artículo basado en sólo diez viñetas. 

Sin embargo, hace poco hallé las respuestas, resumidas también en una sola página: En un hilo de El foro de la T.I.A. de 2008 un usuario rememoraba esta serie y, unas cuantas réplicas poco halagadoras más abajo, el mismo autor respondía como podía a las críticas. 

Portada de Bellido para un retapado de La Judía Verde, editorial Iru, 1991.
Revista Pulgarcito, 9a época (B, 1987). Portada de Jan.

Ahí se resolvió el misterio: "W.H." es en realidad Francisco "Siscu" Alarcón Bellido (Barcelona, 1966), hijo del barrio de Sants y alumno de la Llotja. Su huella en el tebeo infantil es escasa, pero no así en el cómic adulto y erótico, donde ha pasado por tropecientas cabeceras (El Papus, Hara Kiri, Kaña, Manga Cómics, Penthouse Comix...). Sabiendo su nombre completo, es fácil dar con una entrevista que Tebeosfera le hizo en 2012 en la que Bellido deja caer nombres a base de bien (Miguel Francisco, Pasqual Ferry). Por lo que ahí se explica, en 1987 Bellido era aprendiz en Intermagen, una editorial subcontratada por B, y hacía labores de maquetación para la revista Pulgarcito (en su novena época). Pero Bellido, además de maquetar, quería dibujar. Tras mucho insistir, su mentor, Josep Maria Beà, consideró que ya estaba listo para colar alguna historieta. Y de ahí surge Punki Chungui. (Estoy seguro de que la revista donde yo lo encontré no era un Pulgarcito, pero B republicaba material a menudo.)

Debo reconocer una cosa, yo que siempre rajo del color mecánico: en esa página de Punki Chungui, está muy bien puesto. Quizá es cosa del mismo Bellido, desde redacción, mimando ese aspecto de su debut. En cuanto a otros aspectos, como dibujo y guion... A ver, yo muchas cosas positivas no diría. Reiterando que juzgar a partir de sólo diez viñetas está feo, me parece una página inmadura. En todo. Hasta en el nombre. Y quizá por eso podría ahorrarme el artículo, pese a tener ahora algo de información. Pero la forma en que apareció esa información, con el propio autor defendiéndose en un foro (y junto a Miguel Francisco, que también pone los puntos sobre las íes), me hizo pensar que algo sí se podría decir.

El quid de la cuestión es que para publicar en una revista, más que buen dibujo, buen guion o buenos contactos, se valora la profesionalidad. Lo cual significa, básicamente, "buena regularidad". O como leí una vez a no sé quién, no que cuando des el 100% moles mucho, sino que tu 60% ya baste, porque el ritmo de entregas no te permitirá mucho más. 

Pero esta virtud de la profesionalidad sólo se entrena siendo profesional. Y eso implica que, de vez en cuando, una revista ha de publicar a gente que aún está verde. Mis primeras tiras de Edgar trabaja en El Jueves en 2008 me dan bastante vergüenza, y si yo lo veo, estoy seguro de que mi director de entonces, Albert Monteys, también lo veía. Pero debió de intuir que obligándome a publicar una tira cada semana yo acabaría encontrando mi 60%, el nivel en el que doy buen resultado sin exprimirme. Apostó por mí, como Beà apostó por Bellido. ¿Acertaron? Bueno, yo a lo tonto llevo casi dieciocho años en El Jueves, y Bellido ha pasado por más revistas que La Maña. Así que igual sí. Y parte de la función de una revista de cómics es crear dibujantes de cómics. Así que hay que hacer apuestas, y hay que publicar páginas inmaduras. Ha de haber Punki Chunguis. 

Una de las primeras tiras de Edgar Trabaja en El Jueves: El Jueves, 2008. Mea culpa.

Y alguien dirá: "Hombre, hay revistas en las que no te hacen la formación. En el New Yorker, has de ir enseñado." Y yo diré: Bueno, sí. Pero qué rollo, ¿no?

martes, 22 de octubre de 2013

L'Avui dels Súpers

El post de hoy es de regionalismos y de fomentar la división de España, pero qué le voy a hacer: el otro día encontré esta colección, y se merece, al menos, un post.


Contexto: L'Avui dels Súpers era como el Pequeño País del diario catalán Avui (hoy El Punt Avui), coordinado con el Club Súper 3, programa infantil de Televisió de Catalunya. En mi casa no se compraba el Avui porque ya se sabe que el diario que lee cada uno es lo más parecido a un sistema de castas que tenemos en occidente, y a nosotros no nos tocaba el Avui. Pero a mi tío sí, y lo compraba cada sábado para darme a mí el suplemento. Los tengo todos (suponiendo que sólo salieran cuarenta, que creo que sí). Resulta que la revista dels Súpers llegó oportunamente en septiembre de 1994; por esa época, a mí, de Ediciones B, ya sólo me gustaban Cera, Ramis y Jan; no valía la pena comprar el Mortadelo para seguirles sólo a ellos. L'Avui dels Súpers trajo una nueva remesa de autores (¿de relleno?) que no podía venir en mejor momento.

Cavall fort. En portada, Ot, el bruixot, de Picanyol.
Primer álbum de Massagran (1981), con guion de Ramon Folch i Camarasa y dibujos de Madorell. El cómic adapta una novela juvenil de Josep Folch i Torres, padre de Ramon Folch, publicada en 1910.
Desde mi perspectiva, el panorama de cómic original en catalán en los 80 no mataba mucho. Existía y existe una revista, Cavall Fort, cuya historia y significado sociocultural son más interesantes que su contenido; existía Tretzevents, más progre, que cerró en 2011 tras sesenta años de existencia, pero que yo no recuerdo haber visto jamás en un kiosco; existía Massagran, que es nuestro Tintín, más o menos, y poco más. Yo, a mis 13 años (y no creo que fuera el único, pero eh, intervengan si quieren), asociaba cómic catalán con una serie de autores más ilustradores que comiqueros y una línea editorial bastante queca (ñoña). Los dibujitos que hablaban catalán siempre fueron de señoras: las señoras de Teo (Violeta Denou), la señora de Les tres bessones (Roser Capdevila), la señora que dibuja como Pilarín Bayés (Pilarín Bayés)... Para alguien que había aprendido a leer con Ibáñez y crecido con Ramis, el cómic catalán era poco engrescador. (Insisto en que esto no pretende ser historia; es mi percepción de la época y nada más.)

Pero L'Avui dels Súpers se lo curraron. Había alguno de los autores tradicionales (Picanyol, sin ir más lejos), y alguna portada de señoras, pero casi todo el resto de series era de verdadera masturbación sensorial. Hecho por algunos autores conocidos, aquí hablando en su otra lengua materna, y otros que empezaban entonces, pero a los que ahora conozco muy de cerca. Mucho. :D

De las dieciséis páginas de la revistilla, sólo tres o cuatro traían contenido relacionado con el Club Súper 3 en sí. La primera, con el tema principal del número, corría a cargo de Joan Tharrats y Vaquer, de fama juevera. Curiosamente, esta era la época en que los experimentos de Vaquer con el Mac desconcertaban a los fans del dibujo bonito de Johnny Roqueta, pero en las páginas del Club Súper 3 quedaban bien. Yo flipaba con ese trazo acelerado (aún lo hago) y la composición a golpe de copypaste encajaba bien con el programa de televisión, que era un formato contenedor como el que luego copiaron TVE con Pinnic o Antena 3 con Megatrix. Y ahora que me acuerdo, había una tía en Pinnic que tenía un polvo con amor. Ya está, hasta aquí mi digresión obscena. 

Petri, Supernets y Noti. A mí, eso de dibujar tipazos en tres trazos siempre me fascinará.

Por cierto, un ejemplo de absorción deliberada:

Las bambas de Flash, Top i Buf. Las bambas de Xavi en Edgar trabaja.

Y ahora, las series.

(Discléimer: lo que viene ahora es un montón de historietas en catalán que no he encontrado traducidas y que, tras considerarlo dos segundos, he decidido no traducir yo, más que nada porque no me apetece. Si es su voluntad, siéntase usted libre de ofenderse mucho por esta flagrante marginación y de irse a la mierda y desde allí escribir al director del ABC quejándose de historietistas que hacen cosas en lenguas que usted no conoce sólo por fastidiar. A los demás, os invito a intentar leerlas; vale la pena el esfuerzo extra. Y joder, es catalán, no uzbeko.)

Como en toda revista juvenil catalana, no podía faltar la sección de rollo cau/casa de colonias hablando de la naturaleza y la biorriqueza patria y blablablá. Pero ¡oh!, esta vez viene ilustrada con chistes buenos, no ingenuos, y con referencia pop incluida. Y los firma un tal... ¿Manel Fontdevila? ¿De qué me suena a mí ese nombre?


Esta sección se acabó a las veinte semanas. Entonces, el tal Fontdevila estrenó una página completa:  S'ha acabat el pati! ("Se acabó el recreo"), protagonizada por el joven Eloi, amante no correspondido de la bella Mireia. Igual la nariz y el pelo de Eloi, y Mireia entera, os recuerdan a alguien.

Max el Tapir se recicla al pie de la página como presentador de la agenda cultural. Y me mata con ese chiste sobre Jordi LP, stand-up comedian catalán. Os juro que Guille y yo hace años que hablamos de una hipotética peli de acción a lo Jungla de cristal que debería rodarse en las calles de Barcelona, y coincidimos siempre en el mismo punto: el villano tiene que ser Jordi LP. Bravo, Manel; compartimos una visión.
Pero el talento del tal Fontdevila no acaba aquí: sirve de guionista a J. M. Beroy en la que me parece, con diferencia, la mejor serie del cómic nostrat jamás creada, una que debería haber barrido hace años a Massagran de las estanterías: Els fabulosos Mallofré, superhéroes defensores de los valores catalanes, que en estos tiempos de tensión y de oídos sordos a nuestro grito como pueblo YO REIVINDICO A LA PUTA VOZ DE YA:


El golpe estético es como para provocarle o curarle la epilepsia a mi yo de 13 años. Vengo de Bruguera y B, de Ibáñez y sus discípulos, de un mundo de eternos planos laterales encajados en viñetas de altura homogénea. Sé que existen Marvel y el manga, pero quedan lejos, como la mili. La flexibilidad de estas páginas es como descubrir de golpe dos dimensiones extras y seis colores nuevos en el arco iris. Solo la tercera viñeta (contrapicado, escenario, sombra dramática) se mea sobre seis kilos de álbumes Olé embalados para el trapero.

Otra de regalo. En esta, los jueveros reconocerán más al guionista, creo.


No quiero restar un ápice de mi admiración a Beroy, pero no es sólo Beroy. Els fabulosos Mallofré es una serie mensual; se turna en la revista con otras igual de potentes. En el número siguiente, se nos presenta El Bosc Feréstec, S.L. ("Bosque agreste, S.L."), una agencia de talentos en un mundo de hadas y dragones. Firma el colectivo La Penya. (Yo aún no había descubierto la opus magna de La Penya, Mondo Lirondo. Ah, y por si alguien no lo sabe: La Penya son Àlex Fito, José Miguel Álvarez, Ismael Ferrer y Albert Monteys. Oh. Sí.)


Es difícil determinar quién hace qué en La Penya, pero yo, que me jacto de conocer a Monteys, quiero ver su huella en el chiste de la tercera viñeta ("Bhaf no viene porque está enfermo, y Whouf tampoco porque no existe, te lo has inventao"). Gracioso.

Maldita sea; pongo otra, porque son demasiado buenas:


 Va, la última, la última. Es que el gag de esta primera página me parece perfecto.


Bueno, venga, sigo antes que me denuncien por infracción de copyright. A mitad de la revista, Ismael Ferrer saca el pie de La Penya un momento para firmar una serie propia. Como Súper 3 es en parte responsable de descubrirnos el manga a nuestra generación, parece justo que la revista cuente con una serie de ese estilo: Eli i la iaia Makuto, crónica del verano que una adolescente pasa con su abuela ninja en un pueblo de locos típicamente nipón.


Móar. Otro clúster de autores que firma como Frankfurt (pero que la cabecera anuncia como Alfons López, Rafel Vaquer y Xavier Roca) vuelve a tirar el Paint Shop Pro por la ventana con Star Craks, transportistas intergalácticos. Otra tanda de dibujos humillantemente rápidos y molantes.


La última serie en rotación: Pasqual Ferry crea a una chica llamada Lluna (no, no saquen conclusiones), más emo que ninguna chica mona y más mona que ninguna chica emo, y le da un noviete al que no se puede llamar por teléfono: hay que invocarle en un pentáculo. La serie se llama Als llimbs ("En el limbo"). Es una verdadera pena que sólo se publicasen (creo) tres entregas; los personajes me hacen caer la baba aún hoy. Pasqual Ferry se fue a trabajar a la Marvel y ahora es el dibujante de Thor.


Última for justice: a Joan Gómez (lugar y fecha de nacimiento desconocidos) yo le tenía más por ilustrador que por comiquero, porque cuando le reencontré en L'Avui dels Súpers me sonaban los dibujos de un libro de ciencias que tuve en la EGB. Gómez había estado en Tretzevents, de donde creo que reciclaron la serie Els somnis de l'Anna ("Los sueños de Anna"). Aunque menos gamberra que todas las series anteriores, era una de mis favoritas: esa profusión de detalles que se gastaba prorrogaba la lectura.


Vale, ¿veis ese monstruito verde y encorvado a la izquierda? ¿El que parece tener un solo ojo?

  

No, no, no busquéis las diferencias. Lo saqué de ahí. 40 números de L'Avui dels Súpers ocupan mucho menos que todos mis Mortadelos; pero la impresión que me causaron fue profunda. Eso merece, al menos, un post. De los largos.