Durante años en este blog he hablado de los autores de relleno como si fueran la casta más baja de las revistas de cómics, los artistas cuyas series contribuían a hinchar la paginación del Mortadelo o Zipi y Zape semanal. Y esa es una mala costumbre por mi parte. Porque así sólo contribuyo a invisibilizar a otros autores aún más marginados: los de los chistes sueltos, sin serie ni regularidad, ni cabecera, ni crédito a veces, metidos al buen tuntún allí donde cabían. Los mismos chistes que hoy decoran los márgenes de este rincón mío de bloguismo dosmilero. Chistes como estos:
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Es bastante frecuente, en cualquier revista de cómics de Bruguera/B, al menos una página de chistes de una sola viñeta. Los americanos los llaman gag cartoons, o one-liners, porque suelen incluir el diálogo en una sola línea colocada a modo de pie de foto, sin bocadillos. Esta regla es tan estricta que a veces, en un chiste mudo, los editores añaden la línea que dice textualmente "Sin palabras", o se las apañan para introducir una descripción innecesaria del dibujo, pero no he visto a nadie fuera de Bruguera/B ser tan ortodoxo. El formato, de hecho, es popularísimo. Es el preferido por revistas como The New Yorker o Playboy. Es el formato en que brilló, por ejemplo, Charles Addams, padre de la familia homónima. Ed Steen es uno de mis favoritos de la generación actual. En España, Mingote me parece un referente del género.
En mis primeros tebeos (ca. 1985), el autor de los chistes sueltos a menudo es Conti (Carlos Conti Alcántara, Barcelona 1916–1975), un pilar de la escuela Bruguera. Expresivo, accesible e inmune a la censura franquista ("El humorista debería ser apolítico", dijo en una entrevista [J.M. Vilabella: Los humoristas, Amaika, 1975]), su vasta obra incluye muchísimos de esos chistes inocuos que Bruguera reimprimiría durante años —siempre, eso sí, con la debida acreditación. En la época de B, el mismo rol recaía, hablando así de memoria, en Pañella (Vicenç Pañella, Barcelona 1936 – Vilafranca del Penedès 2020) y en José Royo (Barcelona 1922 – Castelldefels 2012).
En tebeos más viejos que yo, sin embargo, la cosa cambia. En los años setenta la revista Mortadelo incluía bastantes más páginas-contenedor con one-liners como los del principio de este post. Y mientras que hay algún producto de kilómetro cero (a veces se reconoce por las narices puntiagudas un Ibáñez de dos décadas antes), la mayoría es material extranjero. No hay crédito más allá de la firma, cuando esta aparece y si es legible. La traducción, imagino, se hacía en la casa. Son one-liners: no hay que saber mucho francés o inglés o neerlandés para intuir el chiste.
Tan claro es que esas páginas se componían en la redacción, que a menudo había que complementarlas con chistes en formato texto. Esto de abajo es el aspecto típico de la página 3 en un Mortadelo de los primeros años.
¿Y de dónde salían esos one-liners? Pues miren, no tengo el gusto de conocer a nadie que trabajase en una redacción de Bruguera en los setenta, pero me encanta imaginarlo, así que voy a tirarme a la piscina. La cosa es que en el mundo pre-internet, la prensa tiraba mucho de recurso gráfico contratado por agencia. Igual que hoy día una revista se suscribe a un banco de imágenes online para utilizar sus fotos y ahorrarse el fotógrafo, o pide permiso a Universal Press Syndicate para que le dejen poner la tira de Snoopy, en los setenta a.C. (antes del Chrome), las agencias mandaban representantes a tu redacción, que llegaban con una carpeta como un vendedor puerta a puerta y te enseñaban su mercadería. No sólo imágenes, sino muchos contenidos atemporales: pasatiempos, horóscopos... y supongo que también one-liners. Esa es una posible explicación para que el trabajo de muchos dibujantes americanos y europeos acabara, agencia mediante, en las páginas de Mortadelo.
Otra explicación es que lo recortasen de revistas extranjeras, lo tradujesen y publicasen por la puta cara. No digo que lo hicieran, ojo. Digo que es otra explicación.
Que esas páginas contenedor casi desaparezcan en la etapa de Ediciones B (1986 en adelante) podría significar que eran una mala práctica de Bruguera que se quería dejar atrás. Pero lo dudo. Primero, porque no veo a nadie de B diciendo "esto es una mala práctica y deberíamos dejarlo atrás". Segundo, porque otra cosa que va en declive a partir de la etapa B es la publicidad.
Y es que el director de publicidad, en una revista, tiene mucho que decir sobre la escaleta semanal. Busca anunciantes, les vende el espacio, y luego llega a la reunión y canta el menú: "Hoy tengo un cuarto de página del Sanson Institute, media vertical de CEAC, cuarto bicolor de Tigretón, dos y cuarto de libros y promociones, y contra de las muñecas de Famosa". Total: cuatro páginas y cuarto de publi. En un Mortadelo de 32 páginas, menos 24 de series fijas y una portada, eso querría decir que esa semana quedan dos y tres cuartos por rellenar. En bloques desperdigados por toda la revista. Algunos a color, otros en bicolor o en b/n.
¿Cómo llenas eso? No puedes encargar otra serie a un colaborador habitual, porque no tendrá regularidad: otra semana igual entra más publicidad y se pierde ese espacio. La solución son los one-liners. Pequeños, monocromos y fáciles de maquetar. Perfectos para tapar huecos. La masilla de la revista.
Ojo: "masilla", como "relleno", no es una ninguna marca de deshonor. Es trabajo que aún hoy se hace en la redacción de cualquier medio impreso. Masilla eran los célebres "Diálogos para besugos" de Armando Matías Guiu. Masilla son series importadas como "Cuervo Loco" ("The Crows"), de Reg Parlett (Londres, 1904–1991), una tira que aparece en Mortadelo con regularidad, pero con las viñetas reposicionadas como haga falta. (Que no haya deshonor en la factura no significa que haya respeto por parte del editor.) En el argot periodístico de Estados Unidos existe el concepto bus plunge, referido a las noticias de accidentes de bus que salían en los diarios, no porque fueran importantes, sino porque se podían resumir muy sucintamente y te llenaban un agujero en la maquetación. Lo mismo pasa hoy en El Jueves: siempre hay algún faldón o una columnita de dibujos rápidos hechos a última hora por tu encofrador de confianza.
Sabe dios que en este blog nos encanta rescatar nombres enterrados con nuestras colecciones de tebeos viejos, pero reconocer a todos los autores de masilla en Bruguera y B sería tarea de una magnitud que supera mi entusiasmo. Estas, sin embargo, son algunas de las firmas que he sabido leer e identificar. Son una fracción de todos los publicados.
- Al Ross (estadounidense, 1912–2012)
- André Gondot (francés, 1930–2022)
- Art Gates (estadounidense, 1918–1976)
- Cor Hoekstra "Cork" (holandés, 1931–1996)
- Edwin Lepper (estadounidense, 1913–2010)
- Elmer Parolini (estadounidense, 1918–2019)
- Franz Füchsel (danés, 1927–2017)
- Gahan Wilson (estadounidense, 1930–2019)
- Glenn R. Bernhardt (estadounidense, 1923–?)
- Henry Boltinoff (estadounidense, 1914–2001)
- Irvin Arvid Hagglund (estadounidense, 1915–1982)
- John Bluto (?)
- Len Kyte (?)
- Leo Garel (estadounidense, 1917–1999)
- Marvin Townsend (estadounidense, 1915–1999)
- Peter Wyma (estadounidense, 1922–1993)
- Pierre Pelaudin "Pélotsch" (suizo, 1931–1991)
- Reg Hider (estadounidense, ?)
- Rik Cursat (francés, 1928–2006)
- Rolf Totter (austríaco, 1922–1979)
- Virgil Partch (estadounidense, 1916–1984)
- Werner Wejp-Olsen "WOW" (danés, 1938–2018)