sábado, 6 de septiembre de 2025

Vázquez - Todo él

En mi último post, dedicado a un nombre tan inolvidable como el de Werzog Wong Olafsson, me permití una digresión sobre la serie Los casos del inspector O'Jal, de Vázquez, autor bastante más conocido al que, sin embargo, nunca que yo recuerde había dedicado antes un párrafo entero. Ha asomado por este blog más de una vez, pero nunca en artículos largos. Y ya es raro, porque entre inspectores y agentes secretos, bebés y abuelitas, Gildas y Cebolletas, raro es el tebeo en mi baúl que no contenga un memento de Vázquez, ni que sea en el ático de 13, Rúe del Percebe. 

Lo cual me lleva a preguntarme: ¿Fue Vázquez un autor de relleno?

Hay argumentos a favor. Si definimos "autor de relleno" como aquel que está en la revista a la sombra del personaje titular, entonces sí, porque Manuel Vázquez Gallego (Madrid, 1930 - Barcelona, 1995), con todos sus años en Bruguera, con toda su popularidad y con toda su influencia catedralicia en los apartados gráfico y humorístico, no tuvo nunca una cabecera propia. De hecho, antes de Ibáñez en 1970, nadie la había tenido. Y después de él, que yo sepa, sólo Escobar (1972) y Jan (1985). Muchos más autores merecerían este honor, pero la omisión de Vázquez es particularmente flagrante, porque era ya en los sesenta una estrella de su editorial, el más moderno de la primera generación Bruguera, seguramente el portaestandarte de la segunda, apenas seis años mayor que Ibáñez (quien reiteró su admiración por Vázquez muchas veces)... e Ibáñez le pasó por delante. Desde el primer número de Mortadelo, Vázquez desapareció de las portadas para siempre, limitándose su reino a las páginas interiores. Bicolores, para más inri. 

Una de Anacleto en un Mortadelo de 1970. Mucho que admirar.

Por otro lado, hay a quien puede parecerle un agravio colgarle a Vázquez el sambenito de rellenador. Primero, según lo expuesto en el anterior párrafo, todos los historietistas antes de 1970 serían relleno. Las revistas Bruguera previas a Mortadelo no hacían hincapié en las individualidades de los autores. Sus títulos Pulgarcito, Din Dan, DDT prometían regularidad, no genialidad; contenido, no arte. Posiblemente la editorial ni siquiera esperaba que el público infantil reconociese firmas; su uso y abuso de ectógrafos así lo respalda. Afirmar que Vázquez era entonces autor de relleno es afirmar que también lo eran Conti o Cifré. Que sí, que vivían en la sombra. Pero no era la sombra de otro autor más reconocido: era la sombra del cuarto de las escobas donde Bruguera les tenía haciendo monigotes. En aquella época, la oscuridad venía con el oficio. 

Y en segundo lugar, a Vázquez no le falta reconocimiento. Menos, incluso, que a Conti o Cifré. O Jan. Ha sido objeto de exposiciones, monografías, biografías y hasta un biopic (El Gran Vázquez, de Óscar Aibar, 2015). Su maestría es evidente en cualquier tebeo de los sesenta y setenta, en cuyas páginas acartonadas y mal impresas la historieta de Vázquez es siempre un bofetón de dinamismo y claridad. Su rol de pionero es indiscutido; el aplauso a su obra, unánime. Lectores, autores, todos le admiraban. Los editores son, quizá, los que menos fe le tenían. 

¿Es Vázquez el moroso del ático de 13, Rúe del Percebe? Yo digo sí. Ibáñez decía que no. ¿A quién vais a creer?

Aquí toca mencionar el elefante en la habitación, que decimos a orillas del Mississippi: Vázquez hizo poco en vida para ganarse la fe de nadie. Su modus vivendi, basado en el sablazo, la morosidad y la jeta de pórtland, no es una mera anécdota; es parte de la historia del cómic, como el judaísmo de Jack Kirby o la noción de consentimiento de Neil Gaiman. Esto quizá no afecte al estatus del artista en el sistema de castas tebeístico, pero sí afecta, por ejemplo, a las ganas que tenga yo de hablar de él en mi blog de cosas que me hacen feliz. Cada uno tiene su propio umbral de dónde acaba la picaresca y empieza la vileza, pero yo, personalmente, creo que abandonar a tu mujer y tres hijos y casarte con otra no es tanto de pillastre indomable como de mala persona. No peor persona que, por ejemplo, votar a la derecha, pero tampoco mucho mejor. Tl;dr: es bastante posible que el carácter vazquiano, que le inmortalizó como personaje, a su vez socavase su carrera como artista. 

Lo cual es un temarraco, si te lo paras a pensar. Dos tipos de inmortalidad platónica: tu obra o tu vida. O cultivas tu obra, al precio de cansarte mucho y destacar poco (véanse casi todos los autores en este blog), o dedicas tu vida a encarnar un personaje que te valdrá fans, pero también enemigos. Es un dilema ontológico de la hostia, que diría Sócrates.

Otro elefante en la habitación, a raíz de lo del biopic, es que Santiago Segura es bastante mal actor, ¿no? Ya, ya sé: ha hecho tres millones de pelis y todas son éxitos de taquilla, pero eso dice menos de él que del listón del cine español, creo yo. No sé. Yo veo a Álex Angulo en la misma peli y pienso: "Este actúa bien." Y Segura, no. En fin. Opiniones mías. Podría ser el título de este blog.

*

En los tebeos que ya compraba yo (época B, últimos 80) había muy poco material de Vázquez. Recuerdo tiras de Ángel Siseñor (siempre en la página dos del Mortadelo súper o sin plomo de la época) y alguna de Los cuentos de Tío Vázquez. Las primeras eran reimpresiones. Las segundas, no; eran nuevas. Y se notaba. No era la etapa clásica del personaje, sino una posterior, más punk, con un trazo y una autocaricatura aún más desmadejada, reflejo de la edad del autor y su pachorrismo desatado. 

Los cuentos de tío Vázquez (álbum de 1971).Mismo personaje en la época de B. Discutiéndolo con el colega Jordi March, creo que esta es de las páginas que, según la leyenda, Vázquez dibujaba directamente a tinta. 

A mi yo de nueve o diez años, este "tío Vázquez", personaje y artista a la vez, gordo y calvo, jetudo y a la vez increíblemente cruel consigo mismo (una actitud que ahora asocio a cómicos problemáticos como Louis C.K.), no me parecía un autor en la misma categoría que Cera o Ramis. Eran especies distintas. No mejores ni peores. Cera y Ramis no tenían el ego de sacarse en sus historietas cada semana; eran más jóvenes y más humildes, aplicados meritorios que parecían estar ahí, en la retaguardia de la revista, esperando su oportunidad de saltar a las primeras páginas. Vázquez, no. A él ya no le interesaban las primeras páginas. Ese tren ya había pasado, y lo sabía. Me parecía (perdón por la dureza) un has-been: un veterano tan veterano que ya no necesitaba ideas más allá de su propio día a día, ni el esmero de Ibáñez para ejecutarlas. Y sin embargo, recuerdo perfectamente copiarle los dibujos. Qué envidia, ser tan bueno y hacer que parezca tan fácil.

Creo que Vázquez pertenece a un nicho aparte en el ecosistema historietil, uno del que él es el único espécimen conocido: la estrella que se convirtió en rellenador. No tuvo nunca cabecera propia, aunque por talento y creatividad hoy muchos le colocan por encima de Ibáñez y Escobar. Nunca fue olvidado (su reputación se encargó de ello), pero en su breve vejez él también dependió del magro sueldo de las revistas de tebeos, relegado a la mera subsistencia profesional como tantos otros autores mucho más oscuros. Hasta qué punto Vázquez se labró ese destino es otro tema. Parte de la raison d'être de este blog es que yo me siento autor de relleno, sufro (y gozo) de ese mismo anonimato, pariendo páginas semana a semana que quizá un día alguien encontrará en un desván y le harán decir: "Anda, pues este tenía gracia...". En todos estos autores descubro facetas de quien fui, soy, o quiero ser. Y de Vázquez hay mucho que aprender. 

lunes, 25 de agosto de 2025

Werner Wejp-Olsen - Los enigmas del Inspector Danger

El otro día hablábamos de autores de masilla, artistas mayormente extranjeros cuyos chistes cortos llenaban los huecos de maquetación de las revistas Bruguera, con poca regularidad y menos bombo. No quiere decir que muchos de ellos no gozasen de mayor fama en sus países o que tuvieran más registros que el del humilde one-liner. Hace unas semanas, por ejemplo, me sorprendió ver una de las firmas de los chistes de masilla en una página entera de un tebeo de la era B.

"Los enigmas del Inspector Danger" aparece en un par de mis Súper Mortadelos de 1991-92, aunque según Tebeosfera la serie ya había salido esporádicamente en Guai!. Realizada originalmente en inglés con el título "Inspector Danger's Crime Quiz", cada historieta de una página plantea y relata la investigación de un caso que el sabueso titular resuelve en la última viñeta; queda en manos del lector descubrir el detalle (gráfico o textual) que le ha dado al inspector la respuesta.

El Inspector O'Jal, by Vázquez. DDT, 1969. Scan cortesía de Humoristán. Por "cortesía" quiero decir que lo he chorizao.
Vázquez había desarrollado un planteamiento parecido en "Los casos del Inspector O'Jal", serie creada para DDT en 1968. Por lo que leo, el Inspector Danger data de 1974. No quiere decir nada: la historieta-misterio no me parece un concepto que sólo pueda ocurrírsele a una persona en el mundo. Había una diferencia importante entre las dos series, sin embargo: en los casos del inspector O'Jal, la solución solía basarse en un juego de palabras o una frase hecha; en los de Danger, el razonamiento era completamente lógico. Uno era una historieta de humor típica de Vázquez, repleta de gags; la solución del caso era el punchline. El otro era un pasatiempo que premiaba la atención al detalle.  

El WOW enyesador: un par de masillas de Wejp-Olsen en un Mortadelo de los setenta.
Werner Wejp-Olsen ("WOW" en todos mis tebeos) nació en Brønshøj, Dinamarca, en 1938, y fue muy popular en su país, además de publicar mucho en el extranjero. Su dibujo encajaba particularmente en EE.UU., donde debutó con su tira "Granny and Slowpoke". Los expertos le adscriben a la llamada "escuela Connecticut", identificable por su línea clara y personajes redonditos. Para nosotros, un ejemplo más conocido de esta escuela quizá sea Dik Browne (Nueva York, 1917-Sarasota, 1978), autor de "Olaf el Vikingo" ("Hägar the Horrible"). A finales de los ochenta Wejp-Olsen se trasladó con su esposa a Massachusetts; regresaron a Dinamarca en los dos mil. Murió en 2018. 

El Inspector Danger debe de ser su obra más conocida en España, masilla aparte. Lambiek contiene una biografía extensa y muchas más muestras de su trabajo; para este post me he servido también de un panegírico escrito por el editor Rick Marschall.


sábado, 23 de agosto de 2025

Helados que ya no existen (VII)


Mortadelo, 1976. Nifty. Fantasma de vainilla con ojos y boca de chocolate. Bueno. Si el heladero no se lo curró, tampoco ibas a contratar a Miguel Ángel para el anuncio.

Eso sí: puede parecer cutre, pero un dibujante cobró, una empresa pagó (que pa eso hace helados), y en el proceso no se secó ningún lago. Cutrez 1 - IA 0, gepettos.  

lunes, 4 de agosto de 2025

Soy un autor de MASILLA

Durante años en este blog he hablado de los autores de relleno como si fueran la casta más baja de las revistas de cómics, los artistas cuyas series contribuían a hinchar la paginación del Mortadelo o Zipi y Zape semanal. Y esa es una mala costumbre por mi parte. Porque así sólo contribuyo a invisibilizar a otros autores aún más marginados: los de los chistes sueltos, sin serie ni regularidad, ni cabecera, ni crédito a veces, metidos al buen tuntún allí donde cabían. Los mismos chistes que hoy decoran los márgenes de este rincón mío de bloguismo dosmilero. Chistes como estos:

Es bastante frecuente, en cualquier revista de cómics de Bruguera/B, al menos una página de chistes de una sola viñeta. Los americanos los llaman gag cartoons, o one-liners, porque suelen incluir el diálogo en una sola línea colocada a modo de pie de foto, sin bocadillos. Esta regla es tan estricta que a veces, en un chiste mudo, los editores añaden la línea que dice textualmente "Sin palabras", o se las apañan para introducir una descripción innecesaria del dibujo, pero no he visto a nadie fuera de Bruguera/B ser tan ortodoxo. El formato, de hecho, es popularísimo. Es el preferido por revistas como The New Yorker o Playboy. Es el formato en que brilló, por ejemplo, Charles Addams, padre de la familia homónima. Ed Steen es uno de mis favoritos de la generación actual. En España, Mingote me parece un referente del género.

Conti en un Mortadelo de 1984.
José Royo en un Mortadelo Extra de 1991.

En mis primeros tebeos (ca. 1985), el autor de los chistes sueltos a menudo es Conti (Carlos Conti Alcántara, Barcelona 1916–1975), un pilar de la escuela Bruguera. Expresivo, accesible e inmune a la censura franquista ("El humorista debería ser apolítico", dijo en una entrevista [J.M. Vilabella: Los humoristas, Amaika, 1975]), su vasta obra incluye muchísimos de esos chistes inocuos que Bruguera reimprimiría durante años —siempre, eso sí, con la debida acreditación. En la época de B, el mismo rol recaía, hablando así de memoria, en Pañella (Vicenç Pañella, Barcelona 1936 – Vilafranca del Penedès 2020) y en José Royo (Barcelona 1922 – Castelldefels 2012). 

En tebeos más viejos que yo, sin embargo, la cosa cambia. En los años setenta la revista Mortadelo incluía bastantes más páginas-contenedor con one-liners como los del principio de este post. Y mientras que hay algún producto de kilómetro cero (a veces se reconoce por las narices puntiagudas un Ibáñez de dos décadas antes), la mayoría es material extranjero. No hay crédito más allá de la firma, cuando esta aparece y si es legible. La traducción, imagino, se hacía en la casa. Son one-liners: no hay que saber mucho francés o inglés o neerlandés para intuir el chiste.

Tan claro es que esas páginas se componían en la redacción, que a menudo había que complementarlas con chistes en formato texto. Esto de abajo es el aspecto típico de la página 3 en un Mortadelo de los primeros años.

Página 3 de un Mortadelo de 1971. Alrededor de tres one-liners (dos de ellos sin firma), los créditos (arriba a la izquierda), y unos cuantos chistes de casete de gasolinera, todos anónimos. Tres de ellos, además, escenificados en dibujo, también sin firmar (pero ya os digo yo que es Gosset, el de "Hug el Troglodita").

¿Y de dónde salían esos one-liners? Pues miren, no tengo el gusto de conocer a nadie que trabajase en una redacción de Bruguera en los setenta, pero me encanta imaginarlo, así que voy a tirarme a la piscina. La cosa es que en el mundo pre-internet, la prensa tiraba mucho de recurso gráfico contratado por agencia. Igual que hoy día una revista se suscribe a un banco de imágenes online para utilizar sus fotos y ahorrarse el fotógrafo, o pide permiso a Universal Press Syndicate para que le dejen poner la tira de Snoopy, en los setenta a.C. (antes del Chrome), las agencias mandaban representantes a tu redacción, que llegaban con una carpeta como un vendedor puerta a puerta y te enseñaban su mercadería. No sólo imágenes, sino muchos contenidos atemporales: pasatiempos, horóscopos... y supongo que también one-liners. Esa es una posible explicación para que el trabajo de muchos dibujantes americanos y europeos acabara, agencia mediante, en las páginas de Mortadelo.

Otra explicación es que lo recortasen de revistas extranjeras, lo tradujesen y publicasen por la puta cara. No digo que lo hicieran, ojo. Digo que es otra explicación.

Página 3 del núm. 4 (1970). Seis one-liners, dos sin firmar (¿diría que el de abajo es Conti?), uno de Marianico el Corto... y un par de ítemes de actualidad, que no todo ha de ser jijí-jajá. Por ejemplo, esa noticia sobre esos "rascacielos gigantes" que están construyendo en Nueva York, y que estamos deseando ver acabados. Un momento, me comunican por el pinganillo que... ¿Cómo? ¿Qué me dice? ¿Un avión? Hostia puta. Bueno, pues menos mal que construyeron dos, ¿no? Ja, ja. 

Que esas páginas contenedor casi desaparezcan en la etapa de Ediciones B (1986 en adelante) podría significar que eran una mala práctica de Bruguera que se quería dejar atrás. Pero lo dudo. Primero, porque no veo a nadie de B diciendo "esto es una mala práctica y deberíamos dejarlo atrás". Segundo, porque otra cosa que va en declive a partir de la etapa B es la publicidad.

Página contenedor típica construida en torno a dos anuncios, uno de otra revista de la casa, y otro del Instituto Americano, por si ahora, cuando termines de leer Anacleto, te da por ir a aprender aeromecánica. Que serías un perfil de persona que me fascina, pero se ve que en los setenta en España era normal. 

Y es que el director de publicidad, en una revista, tiene mucho que decir sobre la escaleta semanal. Busca anunciantes, les vende el espacio, y luego llega a la reunión y canta el menú: "Hoy tengo un cuarto de página del Sanson Institute, media vertical de CEAC, cuarto bicolor de Tigretón, dos y cuarto de libros y promociones, y contra de las muñecas de Famosa". Total: cuatro páginas y cuarto de publi. En un Mortadelo de 32 páginas, menos 24 de series fijas y una portada, eso querría decir que esa semana quedan dos y tres cuartos por rellenar. En bloques desperdigados por toda la revista. Algunos a color, otros en bicolor o en b/n. 

¿Cómo llenas eso? No puedes encargar otra serie a un colaborador habitual, porque no tendrá regularidad: otra semana igual entra más publicidad y se pierde ese espacio. La solución son los one-liners. Pequeños, monocromos y fáciles de maquetar. Perfectos para tapar huecos. La masilla de la revista.

Ojo: "masilla", como "relleno", no es una ninguna marca de deshonor. Es trabajo que aún hoy se hace en la redacción de cualquier medio impreso. Masilla eran los célebres "Diálogos para besugos" de Armando Matías Guiu. Masilla son series importadas como "Cuervo Loco" ("The Crows"), de Reg Parlett (Londres, 1904–1991), una tira que aparece en Mortadelo con regularidad, pero con las viñetas reposicionadas como haga falta. (Que no haya deshonor en la factura no significa que haya respeto por parte del editor.) En el argot periodístico de Estados Unidos existe el concepto bus plunge, referido a las noticias de accidentes de bus que salían en los diarios, no porque fueran importantes, sino porque se podían resumir muy sucintamente y te llenaban un agujero en la maquetación. Lo mismo pasa hoy en El Jueves: siempre hay algún faldón o una columnita de dibujos rápidos hechos a última hora por tu encofrador de confianza.

¿Ves? Doblando un poco la tira de Cuervo Loco, que el autor es extranjero y no se queja, te entra aquí el anuncio del estiraenanos, y este bujero te lo tapo con dos guanláiners que me he encontrao en el fondo de un cajón. Maquetación profesioná. Enga, vamos a hacer el tercer desayuno.

Sabe dios que en este blog nos encanta rescatar nombres enterrados con nuestras colecciones de tebeos viejos, pero reconocer a todos los autores de masilla en Bruguera y B sería tarea de una magnitud que supera mi entusiasmo. Estas, sin embargo, son algunas de las firmas que he sabido leer e identificar. Son una fracción de todos los publicados.

viernes, 13 de junio de 2025

Cómo veranean

Bien es sabido que en este blog nos preocupa la naturaleza del Autoris rellenensis, el obrero de la industria tebeística: quién era, qué hacía y cómo lo llevaba. Normalmente los propios tebeos, sujetos a la corrección y la censura brugueriana, no serían una fuente fiable sobre la vida privada de nuestros pintamonas. Pero cuando se encarga a unos cuantos artistas de la casa una ilustración de sus vacaciones, y cinco de ocho se dibujan siendo explotados por su editorial, creo que vale la pena comentarlo.

Los scans proceden del Mortadelo Gigante, especial Vacaciones, julio de 1974. Los autores: Conti, Escobar, Peñarroya, F. Ibáñez, Raf, García Lorente, Segura y Alfons Figueras.

Mucho que comentar (o pocas ganas por mi parte de trabajar en cosas más urgentes, que viene a ser lo mismo). Me sorprende gratamente la viñeta de Escobar, de quien tengo la mala costumbre de rajar mucho por aquí. Don Josep (Barcelona, 1908–1994) nos regala una estampa familiar entrañable, lejos de los rigores del batín y las corbatas en la residencia de los Zapatilla. A destacar el matamoscas, la fila de los cafés, la señora haciendo el allioli y... ¿me confundo, o hay ahí una niña jugando a fútbol? ¿En 1974? Caratsus. Inesperado desafío a los roles de género en can Escobar. 

Me agrada también que tanto Raf (Barcelona, 1928–1997) como Segura (Barcelona, 1927–Premià de Mar, 2008) hagan hincapié en el vox populi ingenuo que idealiza el oficio de historietista. Muy oportuno. Ambos os están diciendo: "Si alguna vez nos conocemos, esto es lo que no tenéis que decirnos a la cara." ¿Podría, por cierto, establecerse dónde pasaba las "vacaciones" Segura basándonos sólo en el paisaje? Yo apuesto por el Golf de Roses. Sugieran en los comentarios. 

Ah, ¿y queréis un detalle mórbido? Ese fue el último verano de Peñarroya. (El Forcall, 1910–Barcelona, 1975). 

Tremenda profesión. "Enrolaos, decían."

martes, 3 de junio de 2025

El pijama se está perdiendo

Lo de las camisetas debió de salir muy bien (preguntad a vuestros abuelos el hartón de camisetas de Mortadelo que se veían por las boites más yeyés), así que el siguiente paso era evidente:

Las comillas en el texto de Anacleto me producen gran confusión. ¿Sales en "ellos", Anacleto? ¿En "ellos"? ¿Hay alguna lectura entre líneas aquí que se me escapa, Anacleto?

Voy a aventurar que, si se hubiera estampado un solo pijama de Mortadelo, ni que fuera de prueba, lo habrían fotografiado para esta promoción. Posiblemente con una persona dentro. De lo que deduzco que estos pijamas, sencillamente, no existieron. Jamás. 

Lo cual es... ¿positivo? No estoy seguro. Porque yo no me pondría un pijama de esos ni a punta de pistola, pero a mi edad (44 años) uno ya ha descubierto que hay en el mundo unas pocas personas, poquísimas, escogidas, que son bellas infaliblemente, en cualquier tesitura y en cualquier atuendo, hasta el punto en que las imaginas en los artículos de vestuario más atroces posibles sólo por poner su don a prueba y confirmar que su sensualidad seguiría ilesa, inmitigada. Y esa permanencia, esa esquirla de verdad absoluta, te consuela y te ayuda a sobrevivir el lodazal de incertidumbre que es la vida.

Todo esto es para decir que cuando he encontrado esta página en un tebeo de 1972, INMEDIATAMENTE he pensado en Kristen Stewart en un pijama de invierno de Zipi y Zape. Y en que seguiría siendo maravillosa.

(Y sí, acabo de hacer una secuela a un post de 2013. Porque me apetecía hablar de Kristen Stewart. Mira, dejadme en paz. ¿Os digo yo cómo hacer vuestros blogs?) 

domingo, 1 de junio de 2025

Helados que ya no existen (VI)

¿Recuerdas el Pachá de Camy? ¿Sí? Pues espérese que le aumente el tamaño de letra, abuelo, porque el helado es de 1976. Creo que se acababa de inventar el palo.

Yo no lo recuerdo, pero el anuncio es de Jan. Y Jan dice que estaba bueno. ¿Qué más pruebas necesitamos?

(En anteriores entregas de "Helados que ya no existen":  I II III IV V)